lunes, 1 de agosto de 2016

La Lusitania en el Museo Arqueológico Nacional

Perdura en nuestros días el vocablo "lusitano" para referirnos a los habitantes de Portugal; No en vano, la tierra de la que es gentilicio es la Lusitania, provincia romana que ocupara la mayor parte del actual Portugal.
Este territorio pasó a formar parte de lo que se denominó la Hispania Ulterior, una de las dos provincias en las que los romanos dividieron Hispania*1 y que bajo el mandato de Augusto, pasaría a dividirse asimismo en otras dos provincias: Bética (Baetica) y Lusitania.

Si algo sabemos de la Lusitania, es de la existencia de Viriato -aunque no siempre difundida de un modo fidedigno- y de su consideración como confín del mundo conocido, a raíz de la archiconocida anécdota del cruce del llamado Río del Olvido, por parte de Décimo Junio Bruto.

A éste, tras ocupar el cargo de cónsul, en el 138 a.C., se le asignó el territorio de la Hispania Ulterior, -apoyando a su familiar, el procónsul Marco Emilio Lépido-, tierras en las que eliminó lo que quedaba de resistencia lugareña.

En su trayectoria triunfal, destacó por someter a los brácaros, con gran fama por su peligrosidad, y a los galaicos –que vinieran a apoyar a sus vecinos contra los romanos-; Esta última victoria le valió el apodo de “Gallaecus”, el Galaico.

Pero sin duda, popularmente, si ha sido conocido –y lo sigue siendo-, es por el episodio del “Río del Olvido”: Numerosos autores clásicos como Salustio, Tito Livio*2, Apiano o Plutarco, recogen este pasaje de la historia del cruce del río Lethes –hoy río Limia-, un río que destacara por sus excelentes recursos marinos y que hoy en día, constituye una auténtica cloaca natural.

Posiblemente los romanos bebieron de fuentes autóctonas, para considerar que se trataba del típico medio acuático que servía para pasar de un mundo al otro, ya que los celtas –y también los griegos-, consideraban que los ríos eran una puerta al más allá. Su carácter, habitualmente supersticioso, pudo hacer el resto.

El caso es que se narra la creencia de que cruzar este río, que delimitaba los confines del mundo conocido, suponía pasar al otro mundo, donde se perdería la memoria y de donde jamás se podría regresar. El pavor que causaba por tanto era descomunal y para desenterrar para siempre esta creencia, se dice que Décimo Junio Bruto, lo atravesó y fue llamando uno a uno por su nombre a sus hombres desde el otro lado.

En agosto, aún en nuestros días, se viene celebrando en Xinzo de Limia, la llamada “Fiesta del Olvido”, que parte de dicho episodio.

En cuanto al primero, Viriato, se erigió como líder de la resistencia lusitana contra Roma y debido a las diferentes fronteras de la época con respecto a las nuestras, se pone en tela de juicio si de nacer hoy sería español o portugués.

Sea como fuere, el que fuera designado general en jefe el 147 a.C. y definido por Apiano como “amante de la guerra y un señor de la guerra”, antes de desempeñar tamaño rol, fue pastor primero y bandolero después –habitual entre los bárbaros fuera saquear al vecino más rico-. De todos modos, excepto esto, de su pasado poco se sabe, pero como caudillo de los lusitanos, su trayectoria, fue notable.

La figura de Viriato es introducida en la historia a consecuencia de la estrategia de Servio Galba, en el año 150 a.C., quien pactara con los guerreros lusitanos su rendición a cambio de proporcionarles tierras donde vivir en paz, para una vez los primeros le entregaron sus armas, asesinarles. Parece ser que uno de los guerreros que no corrió tal suerte fue Viriato.

Se rebeló como gran estratega y jefe justo y desprendido –a la hora de repartir botines-. Permaneció 8 años al frente de su ejército, consiguiendo en los 3 primeros sonoras victorias: Primero frente a Vetilio, y después frente a todos los gobernadores que Roma envió a la zona, hasta la llegada del cónsul Fabio Máximo, con el que su suerte cambió moméntanamente. Con la llegada de Serviliano, Roma decidió poner fin a tantos años de contienda, pactando la paz con Viriato, y nombrándole “amigo de los romanos”; Tras esto, Viriato fue asesinado, bien por sus hombres descontentos, bien por tres de sus lugartenientes comprados por el gobernador romano Servilio Cepión.

En la exposición temporal del Museo Arqueológico Nacional de Madrid (MAN), "Lusitania Romana, origen de dos pueblos", tenemos la oportunidad hasta el próximo 16 de octubre, de acercanos a la historia de los pueblos prerromanos que habitaran la zona y a su trayectoria como parte de Roma, tanto con la visualización de objetos*3, como con la visita guiada gratuita, que tiene lugar de martes a viernes, a las 12h y a las 18h.

Marcvs con el guía sedetano de la exposición temporal del MAN


En lo referente a la romanización de esta parte de la geografía de la Península Ibérica, se nos explica cómo al concluir las campañas contra cántabros y astures, Augusto fundó en el 28 a.C. Augusta Emérita, colonia en la que se establecieran numerosos legionarios veteranos. En esta nueva colonia, se centralizó la administración de la que pasaría a ser una década después, una nueva provincia, de la que partiría la nueva organización en las comunicaciones, estableciéndose una vía hacia las tierras del sur y otra, hacia los yacimientos metalúrgicos, siendo los puertos de Alcacer do Sal y Lisboa, los puntos de salida marítimos.

También cómo fue la mezcolanza de las gentes en la zona, y es que los romanos a su llegada, no se encontraron con un grupo étnico homogéneo, pese a lo que el término “lusitano” pueda sugerir, situación sin duda muy diferente a la que dejó paso la romanización:

Y es que si algo tuvieron en común todos los grupos étnicos del lugar, fue la romanización de usos y costumbres primera, y socio-política a continuación, hasta el punto de que se integraran como parte de la ciudadanía romana. Si bien la conquista de Lusitania no fue en absoluto fácil, -sino que estuvo repleta de enfrentamientos y traiciones-, finalmente, fue total.

A nivel económico, al margen de la autosuficiencia agropecuaria, destaca la riqueza que aportaban sus minas y canteras: Los mármoles de Estremoz, el oro del Tajo, y el cobre de la franja meridional. Y por supuesto, la explotación marítima: pescado y sal marina.

Con respecto al río Tajo, destacamos la presencia de una maqueta del puente de Alcántara, construido a principios del S II d.C. por el arquitecto romano  Cayo Julio Lacer para salvar el cauce del mismo. Posee una longitud de más de 200 metros, una altura de 57 metros aproximadamente y una anchura de 8 metros y permite el paso de un gran caudal de agua en época de crecidas. También la circulación de vehículos pesados, a los que se obliga a pasar por el mismo en detrimento de otras rutas, para evitar derrumbamientos de construcciones modernas.

El guía de la exposición del MAN, nos explicó no sólo esto último, sino también que se han llevado a cabo estudios para determinar cuánto tiempo puede permanecer en pie esta gran obra de la ingeniería romana en Hispania –una de las más importantes-. Según la inscripción del dintel de un templete de uno de los extremos del puente: “durará tanto cuanto el mundo durare”. Según los estudios referidos, hasta el año 4000 de nuestra era.

En cuanto al modus vivendi de los habitantes: Destacaron las villas en la vida rural, casas de campo de grandes dimensiones –y de variedad en su uso: temporal o permanente-, ubicadas en las inmediaciones de las vías más importantes y cercanas a las ciudades, allí donde los paisajes cobraran más belleza, riqueza de sus suelos o junto a importantes recursos naturales. Éstas, se convertirían de hecho, en el último bastión de la belleza y riqueza de la cultura romana, cuando comenzara el declive del Imperio. A tal efecto, en el MAN se puede contemplar al final de la exposición temporal sobre la Lusitania a la que nos estamos refiriendo, los restos de un ornamento de una villa de última época romana.

De igual modo, destaca también por su belleza y en este caso, por su excelente conservación, el “mosaico de las musas” perteneciente a un comedor y/o sala de estar del S.IV. Tal vez que haya llegado así hasta nuestros días, se deba a que se ha respetado el escrito que desprende, en el que se aconseja barrer con precaución.



En lo que respecta a la religión, existió convivencia de cultos, aunque el predominante pasara a ser el romano; Así, se ha documentado la continuación del culto a los dioses lusitanos Ataecina y Endovélico principalmente. También la adoración a Mitra, dios de las gentes venidas del mediterráneo oriental, que gozó de gran popularidad y del que podemos contemplar una impactante figura.




La cristianización del Imperio Romano ocupa el último tramo de la exposición, junto al declive definitivo del mismo.


Notas:

*1Hispania se dividía en Hispania Citerior -Desde los Pirineos a Cartagena- y Ulterior -Valle del Guadalquivir en primera instancia, pare occidental de la Península Ibérica a posteriori-. La Hispania Citerior acabaría convirtiéndose en la Tarraconensis: Territorio comprendido entre el Mediterráneo y Galicia. Tarraco y Corduba (Tarragona y Córdoba) fueron sus epicentros administrativos.
*2 Tito Livio. Ad Urbe Condita; “Décimo Junio Bruto sometió la Lusitania con la conquista de las ciudades hasta el océano y no queriendo pasar sus soldados el río del Olvido, él mismo pasó el estandarte arrebatado al signífero y así los convenció para que pasaran”.
*3 Del propio museo o principalmente, de los trasladados a la capital desde el Museo Nacional de Arqueología de Lisboa, Museo Nacional de Machado de Castro - Coimbra y del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida

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