jueves, 22 de septiembre de 2016

"Nunca más fue Salduie", por Colvm Rozas



Nunca más
 fue  Salduie

Clavó sus ojos penetrantes en los míos. Su mirada, su nariz aguileña y su piel entre morena y verde oliva, le hacían destacar entre los demás clientes. Era él, sin duda.
Todos los saluyenses sin excepción, hablaban de su trabajo y del empaque con el que se comportaba, con un lenguaje corporal tan majestuoso, como lo era su lengua.
En todo el tiempo en el que llevaba trabajando, entre los incipientes canales, - que nos estaban enseñando a construir sus hermanos de sangre -, y la rutina de la ciudad, era la primera vez que venía a beber nuestros caldos. Ahora, además de nuestras comidas y bebidas, servíamos el vino que traían en ánforas desde esas tierras tan desconocidas como lejanas. Esta bebida, gozó rápidamente de nuestro beneplácito, al igual que nuestra miel lo hizo ipso facto entre los suyos, los romanos.
El año 14* estaba llegando a su fin y nos encontrábamos ante un momento histórico. A la ciudad le invadía de pleno un proceso de cambio y no sólo arquitectónico.
Salduie, nunca más volvería a ser conocida con este nombre. Todas las señalizaciones de lugares y comercios, debían ser sustituidas.
La que durante algún tiempo desde la llegada de nuestros nuevos convecinos, comenzara a mudar su nombre, pasando a conocerse como Salduvia, -adaptándose a la nueva lengua que había irrumpido en nuestras tierras, mezclándose con la nuestra-, estaba a punto de asistir a la puesta de largo de su transformación total en lo nominativo, fruto de la excelente simbiosis entre mi pueblo y el romano.
Tanto era así, que el máximo mandatario del Imperio Romano, se encontraba tan a gusto entre nuestras gentes, que había decidido obsequiarnos con llamar a la ciudad con su nombre completo.
Nuestro nuevo calendario -conocido como juliano-, avisaba de que el cumpleaños del emperador Caesar Augusto era inminente y ése era el día elegido para tal honor. Para dicha fecha, todas las inscripciones que pudieran leerse en la ars**, deberían de estar acabadas y Caesar Augusta sería el nombre con el que en lo sucesivo, se conocería a nuestra urbe durante varios siglos.
El cliente destacado de hoy, era el diseñador de todas ellas, a la par que el supervisor de los equipos de trabajo. Se dice que tras la muerte de Marco Vipsanio Agripa, se convirtió en el hombre de confianza del emperador.

* 14 a.c.
** ars, término íbero que pudiera significar ciudad.





















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