miércoles, 26 de octubre de 2016

"Gladius, el arma de Roma", por Dany Cuadrado Morales.



A lo largo de la antigüedad clásica muchas armas se hicieron famosas por dominar durante un tiempo los campos de batalla, como las sarisas macedonias, empleadas por los ejércitos de Filipo y Alejandro, o por lo terribles que eran usadas en las manos adecuadas, como la falcata íbera. Sin embargo, todas ellas quedaron eclipsadas por un arma que estuvo llamada a controlar tierras tan dispares como las brumas de Britania o los desiertos de Partia, dominando durante muchos siglos los gigantescos territorios controlados por Roma. Y ese arma no es otra que el archiconocido gladio o gladius. 

En la época romana el término gladius se utilizaba para designar comúnmente a las espadas, pero hoy día ha evolucionado hasta designar únicamente al tipo de espada utilizada por las legiones romanas. Catalogada como la mejor espada que nunca se haya fabricado y atendiendo a sus capacidades tácticas y al número de víctimas que causó en su historia, se podría decir sin temor a equivocarnos que el gladio fue capaz de conquistar un imperio.

El origen de la célebre espada romana hay que buscarlo en las armas que portaban los guerreros íberos que combatían a las órdenes de Aníbal contra las legiones de la República. Los romanos eran muy prácticos y no dudaban en copiar aquéllas cosas que podían serles de utilidad. De los barcos cartagineses desarrollaron sus propias flotas y un sinfín de dioses llenaban su panteón, algunos propios y otros “adoptados” como suyos. En el ámbito militar hicieron lo mismo, por ejemplo, la jabalina romana por antonomasia, el pilum, fue copiado y adaptado de un anterior diseño etrusco. Con el gladio pasaría igual. Fue durante las guerras púnicas cuando los legionarios se toparon con que los íberos empuñaban unas armas de una calidad excepcional y que causaban estragos en las filas romanas. Las heridas eran tales que sentían terror a enfrentarse a los íberos. ¿Por qué los romanos no podían utilizar esas mismas armas contra sus enemigos? Había varios tipos de espada íbera, entre ellas un arma corta y con la empuñadura con forma de antenas, que fue la que los romanos usaron como modelo para desarrollar su gladio.

Hoy en día se conocen distintas variaciones del arma, y todas ellas descienden del original gladius hispaniensis, cuya hoja se estrechaba ligeramente en el centro.
Un gladio puramente romano, como la versión conocida como pompeii, tenía una hoja de doble filo y una longitud de unos 50-60cm y una anchura de unos cinco centímetros. La empuñadura de madera solía tener una pequeña pieza de metal en la unión con la hoja para evitar que un golpe enemigo atravesase la madera. El mango se adaptaba a la forma de los dedos y el pomo servía para evitar que la espada saliese despedida de la mano del legionario al golpear fuertemente. El gladio estaba fabricado con materiales de excelente calidad, era un arma más pesada que sus antecesoras, pero mucho más eficaz.
Esta espada se adaptaba perfectamente al modo romano de combatir. Su tamaño y versatilidad la convertían en el arma idónea de todo legionario. Protegidos por sus escudos formando un muro impenetrable del que asomaban las puntas de los gladios, los legionarios sabían perfectamente en qué zona del cuerpo de sus enemigos debían clavar las espadas para causar la muerte. La precisión de los romanos y la mortalidad del gladio ha permitido identificar en algunos restos humanos encontrados, qué enemigos fueron abatidos por las armas legionarias y cuáles no. A pesar de ser una espada pensada para el ataque frontal, para apuñalar al rival, también era válida en el combate de corte.
Con la decadencia del Imperio, el gladio perdió su puesto hegemónico, junto con el pilum, y ambas armas fueron sustituidas por una espada más larga, la spatha, usada antes sólo por la caballería, en el caso del primero, y una sencilla lanza, en el caso del segundo.

Sin embargo, la espada por excelencia de las legiones romanas, ha sido siempre el gladio y así ha llegado hasta nuestros días. 

domingo, 16 de octubre de 2016

Iulia Libica, la huella romana en los Pirineos

En época de Augusto, se transformó el núcleo de la Cerdanya, datándose el abandono de los yacimientos ceretanos en torno al año 40 a.C. Poco después sería fundada Iulia Libica, -la actual Llívia-, pieza clave para organizar y asimilar el pueblo ceretano a Roma. 
Los romanos aprovecharon los poblados ceretanos para controlar el río Segre, cohabitando con la población autóctona, implantando sus técnicas e introduciendo nuevos productos en la zona.



Los vestigios romanos más destacables que se han descubierto en la población, pertenecen a la época comprendida entre el S.I a.C. y el S.II d.C. y son el Foro -el primero hallado en los Pirineos-, la Domus de la calle dels Forns, una posible villa romana del Camí Ral, una extensa necrópolis y una tumba tardorromana.


El fórum de Iulia Libica. Los primeros hallazgos (1997-2003):
Entre el 1997 y el 2003 se descubrió aquí el yacimiento de la zona A de les Colomines, parte de un gran edificio de planta rectangular y gran calidad constructiva, donde todas las estructuras continúan por debajo del nivel de la calle, en dirección a la iglesia.
En el extremo norte hay cuatro habitaciones, y delante un espacio porticado con un peristilo y las bases de cinco columnas.
A este lugar se accede por una entrada en el muro oriental. Cerca de ésta, una pared se extiende hacia el este mercando una ampliación del edificio.
El estudio de la cerámica hace pensar que el edificio se construyó en el siglo I d.C., coincidiendo con el momento de la fundación de Iulia Libica. En este sentido, destaca la recuperación de monedas de César, Tiberio y Claudio en el interior del complejo.
La cronología inicial de los otros yacimientos excavados en Llívia en la época de Augusto hace plantear la hipótesis muy probable de su datación en esta época y también en el momento de fundación de la ciudad.
El hallazgo de un fragmento de estatua de mármol, de una inscripción epigráfica y de diferentes mármoles de importación eran factores añadidos a la monumentalidad del conjunto. Por eso desde el primero momento se consideró su posible relación con el fórum de la ciudad romana de Iulia Libica.



La hipótesis del Fórum:
El paralelo más cercano al posible recinto público de Iulia Libica es el fórum de Ruscino (Perpinyà), que sirvió en el 2012 para elaborar una posible hipótesis restitutiva de este edificio de Llívia.
Otros edificios existentes en la Tarraconesa y Narbonesa en época de Augusto que se acercan tipológicamente son Labitolosa (Huesca) y Lugdunum Convenarum, en el sur de Francia, ambos situados en el área pre-pirenaica.









La localidad de Llívia, se encuentra actualmente en territorio francés, pese a ser parte del pirineo catalán y por consiguiente, es española; Esto es así, porque siglos después de la caída del Imperio Romano, este municipio siguió siendo particular, al ser considerado por Carlos V como villa, y por tanto, quedando bajo el dominio del rey español, sin que le afectara el Tratado de los Pirineos de 1659.