Nunca más
fue Salduie
Clavó
sus ojos penetrantes en los míos. Su mirada, su nariz aguileña y su piel entre
morena y verde oliva, le hacían destacar entre los demás clientes. Era él, sin duda.
Todos
los saluyenses sin excepción, hablaban de su trabajo y del empaque con el que
se comportaba, con un lenguaje corporal tan majestuoso, como lo era su lengua.
En
todo el tiempo en el que llevaba trabajando, entre los incipientes canales, - que
nos estaban enseñando a construir sus hermanos de sangre -, y la rutina de la ciudad,
era la primera vez que venía a beber nuestros caldos. Ahora, además de nuestras
comidas y bebidas, servíamos el vino que traían en ánforas desde esas tierras
tan desconocidas como lejanas. Esta bebida, gozó rápidamente de nuestro
beneplácito, al igual que nuestra miel lo hizo ipso facto entre los suyos, los
romanos.
El
año 14* estaba llegando a su fin y nos encontrábamos ante un momento histórico.
A la ciudad le invadía de pleno un proceso de cambio y no sólo arquitectónico.
Salduie,
nunca más volvería a ser conocida con este nombre. Todas las señalizaciones de
lugares y comercios, debían ser sustituidas.
La
que durante algún tiempo desde la llegada de nuestros nuevos convecinos,
comenzara a mudar su nombre, pasando a conocerse como Salduvia, -adaptándose a
la nueva lengua que había irrumpido en nuestras tierras, mezclándose con la
nuestra-, estaba a punto de asistir a la puesta de largo de su transformación
total en lo nominativo, fruto de la excelente simbiosis entre mi pueblo y el
romano.
Tanto
era así, que el máximo mandatario del Imperio Romano, se encontraba tan a gusto
entre nuestras gentes, que había decidido obsequiarnos con llamar a la ciudad
con su nombre completo.
Nuestro
nuevo calendario -conocido como juliano-, avisaba de que el cumpleaños del
emperador Caesar Augusto era inminente y ése era el día elegido para tal honor.
Para dicha fecha, todas las inscripciones que pudieran leerse en la ars**, deberían de estar acabadas y
Caesar Augusta sería el nombre con el que en lo sucesivo, se conocería a nuestra
urbe durante varios siglos.
El
cliente destacado de hoy, era el diseñador de todas ellas, a la par que el
supervisor de los equipos de trabajo. Se dice que tras la muerte de Marco
Vipsanio Agripa, se convirtió en el hombre de confianza del emperador.
*
14 a.c.
** ars, término íbero que pudiera significar
ciudad.
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